Desde pequeño quise ser periodista (de periódico). Y, así es la vida, no lo soy, o al menos no ejerzo como tal, pues para mí un periodista es, por definición, una persona que no trabaja para las fuentes de información. Y yo trabajo para muchas.
Nunca, sin embargo, he dejado de amar el periodismo y de admirar a los periodistas (y quizás, en el fondo, de querer ser uno de ellos).
Como seguidor (por obligación y devoción) del periodismo y de los periodistas, estas son algunas cosas que creo que van a pasar en esta (admirable) profesión y con quienes la practican (admirablemente).
Sí hay futuro, claro que sí, y ese futuro es la calidad.- Me llega, como a todos, el pesimismo generalizado que hay en la profesión. Con argumentos, desde luego. Años de recortes en los periódicos, despidos y bajadas de sueldo y pérdida de independencia frente a los departamentos comerciales. Además del extendido intrusismo profesional y todo ese revoltijo de información digital localizada en portales replicadores de contenidos, blogs y redes sociales, a veces reciclada sin escrúpulos y muchas otras elaborada por aficionados que llevan un periodista dentro. Todo eso es tan indudable como el que sol sale por el este y se pone como el oeste. Pero también es indudable que cualquier lector con un mínimo de criterio distingue fácilmente entre el estiércol digital y los contenidos firmados por periodistas de verdad, entre el periodismo auténtico y la publicidad comercial encubierta, entre la información y la propaganda oficial, entre el periodista que lo es y el que se lo hace. De modo que sí hay futuro, claro que sí, lo único que ocurre es que ese futuro pasa por diferenciar al auténtico periodismo, en suma por aportar calidad a los lectores. El periodismo no sólo sigue siendo necesario, sino que es más necesario que nunca. Porque cuanta más basura circule por ahí, más desesperadamente necesitaremos todos poder identificar firmas y cabeceras que nos infundan confianza para informarnos y para no perder ni el tiempo ni el paladar.
El periodismo con nombre propio. Hay futuro y, creo, sobre todo que hay futuro para el periodismo con nombre propio. Quiero decir con ello que los que apreciamos la información y el periodismo con mayúsculas, lo que vamos a buscar son cabeceras de confianza y, más que cabeceras, firmas de periodistas de confianza. Dicho de otra forma, vamos a buscar las cabeceras que reúnan las mejores firmas. O vamos a buscar las mejores firmas en distintas cabeceras.
Firmas de opinión… y de información.- Habitualmente, el concepto de firma en el periodismo se asocia a opinión. Estimo que esto dejará de ser así. Los lectores buscaremos la firma también en la información, porque buscaremos información de calidad, contrastada, independiente, no adscrita políticamente ni sesgada de antemano. Buscaremos la información de un periodista con firma que nos merezca confianza por todo ello y por saber aportarnos algo más que la mera descripción del hecho. Un periodista que sepa situarnos la noticia en su contexto e interpretarla con honestidad, y que nos haga disfrutar con su estilo personal de contar las cosas. Porque también las noticias serán contadas con un estilo propio.
Los periodistas tendrán que trabajarse su marca personal.- Como consecuencia del valor que los lectores concederemos a la firma de la información y de la opinión, los periodistas tendrán que trabajarse (y mucho) eso de la marca personal. En realidad, lo están haciendo ya, y hay periodistas que acumulan miles de seguidores en las redes sociales. Y no me refiero a los periodistas (más bien, opinadores) del star system, los tertulianos que tenemos hasta en la sopa. Me refiero a los periodistas que buscamos con avidez cada vez que abrimos un periódico o nos metemos en un portal. A los que les tenemos incluso puestas alertas en Google para ser los primeros en enterarnos de lo que escriben.
Géneros, qué géneros.- Estilo propio significa estilo diferenciado, y el estilo diferenciado no cabe ni en las normas ni en los géneros, que los periodistas se saltarán libremente y sabiamente, porque, desde el conocimiento y el respeto a las 5W, la pirámide invertida y demás argumentos clásicos del periodismo, buscarán la singularidad y la sorpresa, y tratarán de ser creativos, un patrimonio que dejará de ser de los publicistas, para ser también de los informadores, reporteros, cronistas y columnistas.
Calidad, igual a especialización.- Los lectores buscaremos calidad, y calidad es igual a estilo y es igual también a especialización. O sea, que los periodistas (las firmas que los lectores buscaremos) se especializarán. No sólo sabrán de lo que escriben, sino que sabrán mucho de lo que escriben. Cuando uno no sabe de lo que escribe, es muy complicado escribir algo bueno: es imposible cuestionar la información que ofrecen las fuentes, es imposible aportar antecedentes históricos ni prever consecuencias, es imposible extraer conclusiones, es imposible diferenciarse de lo que escribe la competencia y es imposible, en suma, aportar valor al lector. Cuando uno no sabe de lo que escribe, uno hace una cosa que se parece mucho a la información oficial y al pseudoperiodismo que circula por el estercolero digital. Y como no se puede saber de todo, los periodistas (las firmas por las que compraremos los periódicos o entraremos en los portales digitales) se especializarán, y lo harán de una forma mucho más profunda que ahora. Hablo de la microespecialización del periodista que escribe (y sabe) de economía, y de industria, y del sector aerospacial, y de los organismos públicos aeroespaciales, y de los clusteres y de sus empresas. O del que escribe (y sabe) de sociedad, y de sanidad, y de farmacia, y de industria farmacéutica, y de colegios farmacéuticos, y de cooperativas farmacéuticas, etcétera. O del que escribe (y sabe) de estilos de vida, y de ocio, y de restaurantes, y de hoteles, y de comercios, y de nuevo etcétera.
Los periodistas (con firma) serán autónomos y trabajarán para varios medios.- Creo que los periodistas con firma estarán bien pagados, porque la calidad hay que pagarla, pero no estarán pagados por un solo medio, sino por varios medios, que seguramente no serán competencia entre sí (o quizás sí, depende). De modo que veremos a los mismos periodistas firmar en distintos medios de prensa, radio, televisión y digitales, compatibilizando, gracias a su especialización, el trabajo en medios generalistas y sectoriales (o microsectoriales). A los periodistas les irá bien así, porque serán más libres y ganarán más. Y a los medios también les irá bien así, porque tendrán menos costes fijos.
Las redacciones de los periódicos se harán más verticales y menos horizontales.- O sea, que, según se mire, ampliarán o adelgazarán su nómina de profesionales. Ampliarán la nómina de colaboradores externos y reducirán, aún más de lo que lo han hecho ya, su plantilla fija. En ésta última quedarán periodistas muy cualificados con capacidad para marcar la línea editorial y coordinar los contenidos y algunos periodistas jóvenes que realizarán básicamente funciones de edición. Los periodistas que hacen un poco de todo desaparecerán, porque la mayoría de los contenidos serán elaborados por colaboradores externos (los periodistas con firma).
La publicidad buscará lo que los lectores.- La publicidad buscará lo que los lectores, o sea, calidad. Porque la calidad de los contenidos será la calidad de los lectores y de los prescriptores, y por tanto la calidad de la inversión. Estimo que la publicidad buscará, en suma, medios cualificados con lectores cualificados que les aporten (los medios, los periodistas y los lectores), además de retorno comercial, prestigio y notoriedad de marca.
Los medios que comercialicen la información se equivocarán.- Directamente relacionado con lo anterior. Contenidos comprados, igual a contenidos sin valor para el lector, y por tanto igual a publicidad que huirá espantada. Pienso que los medios, en suma, volverán a diferenciar la publicidad y la información y a levantar los muros de acero que nunca debieron ser franqueados, y lo harán porque no sólo se lo pedirán sus lectores, sino porque se lo pedirán los propios anunciantes, que querrán que los anuncios publicitarios tengan valor en sí mismos, porque el medio en que aparecen se lo aporta, y que las apariciones informativas de sus marcas sean auténticas y no estén marcadas por la sospecha de un apaño de índole comercial. En resumen, creo que los medios que comercialicen la información errarán el tiro, y se equivocarán también las marcas que jueguen a pensar que un reportaje siempre es mejor que un anuncio, incluso si el medio es de tercera división.
Los periodistas pondrán a los asesores de comunicación en su sitio.- Y cuando hablo de los asesores, no pienso en los que trabajamos en agencias, que a nosotros es muy fácil ponernos en nuestro sitio, me refiero a los dircom que trabajan en las instituciones y en las grandes corporaciones, y concretamente a los que se permiten llamar a gritos a los periodistas, y abroncarlos, como si tuvieran la más mínima autoridad (moral) para ello, como si ellos decidieran sobre los contenidos de los periódicos, cuando su único y legítimo papel puede y debe ser el de tratar de influir, y pegar botes de alegría cuando lo consiguen, y fastidiarse cuando no, porque los periodistas son, o deben ser, libres para publicar lo que les salga del níspero, desde el respeto a la verdad, las leyes y su propia conciencia. Hay magníficos jefes de gabinete, asesores y dircom que además prestan un servicio de gran utilidad al periodismo. Pero también hay otros con maneras de matones a sueldo, y esos sobrarán todos.
Recuperan el prestigio perdido.- Creo que todo esto ocurrirá, y creo que, si todo eso sucede en efecto, el periodismo recuperará el prestigio perdido en las encuestas, y abandonará ese funesto lugar en la percepción pública que les sitúa tan cerca de los políticos. Los lectores iremos a donde tengamos que ir (al quiosco o adonde sea) a adquirir los buenos contenidos periodísticos, y nos lo vamos a pasar mejor aún de lo que ya nos lo pasamos cuando llega la hora del desayuno, un domingo por la mañana, y nos ponemos a buscar las firmas que más nos gustan