Pasa página y refuerza tus rutinas positivas. Lee buena literatura. Todas las noches. Sigue la prensa económica. Escribe tu blog. No te pierdas los dominicales. Visita asiduamente los portales  de comunicación y marketing. Lee la opinión de los mejores. Y artículos de fondo. Sal de la oficina. Acude a los saraos a los que te inviten (sólo a los que te inviten). Ponte traje más de lo habitual. Haz trabajos brillantes y siéntete orgulloso de ellos. No te conformes con cumplir. Eso nunca, pero ahora menos que nunca. En cada pequeña cosa que hagas, busca el elogio, sobre todo el tuyo y el de los compañeros que más admiras. Esfuérzate por lograr un nuevo cliente, pero sin desesperar. No hagas visitas comerciales absurdas, la puerta fría nunca fue buena idea. Mejor, acércate a tus precriptores. Activa el círculo de tus admiradores -y de tus admiradoras. Pero nunca les pidas, nunca les digas que los necesitas. Simplemente asómate y que te vean. Si te estimula correr, corre. Si te estimular, andar, anda.  Si te estimula machacarte en el gimnasio, machácate en el gimnasio. Hagas lo que hagas, levántate temprano, desayuna bien y pisa la calle antes de las ocho, dispuesto a comerte el mundo. No tienes nada que demostrarte, pero demuéstratelo de todos modos.

Pasa página, demonios, esto es una agencia. Los clientes vienen y van, y en la tuya siempre han venido más que se han ido. Siente el cariño de los clientes que llevan contigo casi veinte años. Pero dite a ti mismo que eso no es lo normal. Lo usual es que un día se vayan. Y un cliente que se va siempre duele. Es normal que se vaya y es normal que te duela. De modo que si se te ha ido alguno no te pases el día pensando en ellos, ni desde luego hablando mal de ellos. Un cliente que se fue es siempre mejor que uno que nunca vino, así que recuérdalo con agradecimiento. No busques culpables ni te sientas culpable. No exageres la importancia de su pérdida ni tampoco finjas que te importa un bledo. No mires su twitter, ni tampoco te vayas dando de baja de todos sus grupos: simplemente desactiva las alertas. No visites su web, no mires cómo lo están haciendo sin ti, no te obsesiones con ellos. Si están trabajando con una nueva consultora, no menosprecies su trabajo. No te metas en Google para alegrarte de que ahora apenas si tienen visibilidad. No les desees mal, ni filtres noticias negativas de ellos, porque serías un villano si lo hicieras. Ni siquiera te regodees con la posibilidad de hacerlo por todo lo que sabes, porque lo que sabes no es ningún mérito, sólo era tu trabajo. No les guardes rencor y nunca, nunca, le vayas lanzando recaditos: es patético. No utilices las redes con esa intención, ni menos a los amigos comunes. Si te entra un cliente que es un competidor, ábrete una botella de champán, si quieres, pero no lo exhibas delante de ellos, porque tu triunfo será menos triunfo si lo haces.

Pasa página, ya te lo he dicho. Y cuando te encuentres a uno de ellos en la calle, porque te lo encontrarás, ni mires para otro lado ni lo abraces como si fuera tu hermano. Salúdalo con cordialidad, sin arrumacos pero sin frialdad. No quieras ser Don Draper porque no lo eres, y, si lo intentaras, te saldría de pena. Y aunque te saliera bien, luego te arrepentirías. Así que mejor sé tu mismo. No consientas que te vea afectado. No subrayes lo bien que te va (sin él), porque el paréntesis estará implícito en tu afirmación. Y sobre todo no le saques el tema, ese del que tanto te gustaría hablar: qué falló, por qué se marcharon, por qué fueron tan injustos (en tu opinión, claro).  Ni insinuarlo, porque ya te lo contaron y si no te lo creíste, es tu problema, y si no te lo contaron todo, es porque no quisieron. Además: de qué sirve darle vueltas. Se fueron y se fueron. Ya está. Si no te cerraron puertas para un futuro, no se las cierres tú. Pero tampoco te vayas ofreciendo, porque quizás sólo quisieron ser educados. No te encojas, ni seas soberbio. Sólo sé ambicioso. Esfuérzate por ofrecer tu mejor versión.

Pasa página, un cliente se ha caído…, a por otro. El rey ha muerto, vamos a coronar a su heredero. La vida sigue. Este año puede ser el mejor año de tu historia. Y va a serlo. Intenta hacer historia. Recuérdate lo que has hecho, pero exígete como si estuvieras empezando, porque en realidad estás empezando. No pienses en tu jubilación ni en broma. No sueñes con qué harías si te tocara la lotería ni en broma. No especules con la vida que no tienes, porque es la vida que no tienes. Márcate retos y vive el día. Experimenta el placer de cada cosa que te gusta hacer y haz sin demora las que no te gustan, porque cuanto antes las hagas mejor. Celebra como un descosido todos los goles que marques y marca todos lo que puedas. Ábrete un buen vino todos los sábados. Abraza a tus hijos. Ponte camisa blanca y gemelos. Compra flores. Lustra los zapatos. Saca el abrigo de ir a la ópera. Sigue adelgazando. Come jamón. Come salmón marinado en brandy. Y en ginebra. Prueba cosas nuevas y sé un poco snob. Modérate salvo cuando merezca la pena ser excesivo. Córtate el pelo una vez al mes. No (re)visites los lugares del pasado, porque su sitio son los recuerdos. Manda bien lejos a la nostalgia. Haz que los días te resulten cortos y las noches largas. Pasa página, y sigue leyendo.