Hace un año que te fuiste, y quiero decirte que no te echamos de menos, pues para echarte de menos tendrías que haber dejado de estar con nosotros, y eso no ha pasado, porque te encontramos a diario, yo te veo todos los días cuando me levanto, en la ducha mientras remoloneo un poco demorando el inicio de la jornada, allí donde nadie me ve te veo yo a ti, con el pulgar hacia arriba, y con la manta de cuadros, y con las piernas en alto, te veo mirando a mamá, o sonriéndome cuando llego a casa, siempre sonriente, te veo y te rezo un poco, ya sé que no te gustaría leer esto, las cosas que dices, pero es que es así, y me da a mí que no soy el único, cómo no tenerte fe, si tu presencia fue siempre la primera certeza, si tu ayuda era algo que estaba fuera de todo género de duda, tan fiable como que dos y dos son cuatro, o quizás más.
De modo que no he dejado de verte, y sobre todo de escucharte, escucho mucho tus palabras, y cuando no las escucho las leo, porque me las trae por el wasap mamá, que ha decidido erigirse en el guardián de tu memoria, y allí donde no llega el recuerdo llega mamá y su wasap, que siempre empieza diciendo como decía papá, y además papá aparece en mayúscula, no solo la inicial mayúscula, sino todas las letras mayúsculas, porque como decía PAPA, algún día me tendrás que contar el secreto, qué le diste, tío, para hacer que te quisiera de esa forma, el caso es que tus palabras se cuelan en nuestra vida por todas partes, menuda tontería es esa de que las palabras se las lleva el viento, claro que se las lleva pero sólo porque son viajeras, viajeras y soñadoras, tan viajeras que viajan hasta en el tiempo, y aunque vayan luego vuelven: a veces es un viento fuerte el que las trae de regreso; otras, una brisa fresca que con ellas te acaricia; y en ocasiones vienen envueltas en un viento del norte que te hiela, un viento de noviembre cuando noviembre empieza a ser noviembre de verdad.
Las palabras tienen vida y a veces vida eterna, y las tuyas, además de vida, tenían (y por tanto tienen) sabiduría, moraleja, humor, experiencia, nobleza, abrigo, prudencia, humildad, fortaleza, optimismo, tus palabras tenían sobre todo hechos, y se confundían con los hechos, porque tú eras lo que decías, y decías lo que eras, hoy mejor que ayer y peor que mañana, y yo a ti más, la educación es la mejor inversión, todos para uno y uno para todos, mide cien veces y corta solo una, nos estamos perdiendo lo mejor de la mañana y por fin es viernes, tú eras y eres de verdad, y lo sigues siendo, tan auténtico y tan vivido como un sueño, como un sueño increíble, y mucho más auténtico (y mejor) que algo real.