Artículo publicado en ABC de Sevilla el 14 de mayo de 2019

Quiero informar a mis fieles y devotos seguidores (y a los que lo serán a raíz de este artículo en exclusiva y de alcance mundial), que Miguel Ángel Robles, o sea yo mismo en tercera persona, consultor de comunicación con largos años (algunos se me hicieron más largos que otros) de trayectoria profesional (y artística, porque tengo mucho arte aunque mi carácter reservado pueda llevar a precipitadas y erróneas conclusiones), digo que Miguel Ángel Robles es, a partir de este momento, aunque no para siempre (ya nada es para siempre), MAR, una nueva identidad de marca mucho más breve, eso es indudable, y por ello también más rotunda, y sobre todo más diversa y ambigua, tirando a moña en la desfasada opinión de algunos conocidos a los que haré el favor de ignorar y que no se han enterado de que vivimos en un mundo mucho más diverso, abierto y neutr@.

El objetivo de este rebranding es precisamente presentar a Miguel Ángel Robles, ahora MAR, como una marca actual, moderna y atractiva (eso último estaba ya fuera de toda duda, pero nunca está de más remarcarlo un poco), capaz de afrontar los fascinantes, estimulantes y excitantes retos (amazing challenges) de esta nueva sociedad global y conectada, o hiperconectada por ser más precisos, donde los cambios se suceden a una velocidad exponencial, que es como vertiginosa pero a lo bestia, y donde anticiparse ya no es una opción, sino una necesidad (acuciante), sobre todo si se aspira a seguir ofreciendo soluciones (avanzadas) a los clientes, lo cual es mi caso, o sea el de MAR, que está firmemente decidido (y comprometido con ello) a que su marca sea la representación (verbal, gráfica y de cualquier otro tipo) de una propuesta de valor, así llaman ahora a la oferta comercial, que, valga la grotesca redundancia, sea realmente valiosa, tanto para sus emolumentos como para quienes se los abonan escrupulosamente y sobre todo para la sociedad, pues es de dominio público que mi marca y yo no trabajamos por intereses meramente mercantiles, sino por un propósito trascendente, que es el de cambiar las reglas del juego (change the rules), aunque no nos pregunten de qué juego se trata, porque no podemos saberlo todo.

En suma, mi nueva identidad personal quiere proyectar (hasta el infinito y más allá) que MAR, antes Miguel Ángel Robles, reúne todo “el expertise, la capilaridad relacional y la  capacidad de acceso e influencia” (lo entrecomillo porque lo he sacado literalmente del rebranding de otra marca, y siempre hay que respetar los derechos de autor) que uno pueda imaginar, y más incluso de lo imaginable, y que tanto mi marca como yo mismo, en materialización de ella, estamos completamente alineados, y alienados si es preciso, con los intereses corporativos de nuestros clientes, pero no de una forma cualquiera, sino de una manera que es al mismo tiempo “preventiva, proactiva y sobre todo estratégica”, lo cual vuelve a ser una cita de difícil traducción, pero enormemente convincente, pues suena a honorarios caros, así que nos suena bien, a gloria bendita, aunque eso de la gloria bendita es muy poco cool, de modo que olvídenlo, y anoten más bien que nos suena a transformación digital, a empoderamiento femenino, a disrupción total I, II, III y a toda la saga de disrupciones que hagan falta e incluso a las correspondientes spin off de disrupciones que pudieran surgir en el futuro (apasionante).

Solo nos queda por agregar (a mí y a mi marca, en representación mía) que en la (co)creación de MAR hemos apostado por el talento interno, quiero decir que no nos hemos gastado un euro, más allá de la pérdida incuantificable de tiempo, y que este enorme hallazgo que es mi nuevo naming y del que hoy les hago partícipes (ya me pueden dar las gracias por ello) ha sido solo posible gracias a la dedicación, entrega, generosidad y sobre todo entusiasmo, yo diría que un entusiasmo salvaje, del equipo que trabaja conmigo y para mi marca, pues en mi casa estamos todos alineados con los mismos objetivos y el que no lo esté que se busque las habichuelas en otra parte, y no sólo estamos alineados sino que además nos divertimos trabajando alineadamente, y de hecho en el rediseño de mi marca, que es también la de ellos por la cuenta que les trae, las carcajadas se han escuchado en el otro extremo del planeta, donde huelga decir, pero lo digo de todos modos, que MAR tiene (en su visión las tiene) delegaciones disfrutando a tope y alineadamente para hacer posible la ídem (la visión, o sea) que nos hemos trazado, y que hemos sintetizado en el reclamo “a world of emotions”, que no es muy bueno, pero es en inglés, y eso siempre es un punto positivo, y en cualquier caso es lo mejor que se nos ha ocurrido para decirles a nuestros stakeholders lo emocionados que estamos de conocerlos y sobre todo de conocernos a nosotros mismos.

Finalizo estas imponderables líneas recordando al mundo global y globalizado que MAR es la marca líder de lo suyo, líder indiscutible incluso, y que ya lo era con la denominación anterior de Miguel Ángel Robles, por lo que alguno podría pensar que este rebranding es superfluo, pero no lo es, porque ayudará a reforzar el posicionamiento de liderazgo y coworking que nos merecemos mi marca y yo, así como a anticipar los nuevos y vibrantes desafíos de la sociedad (de la tontería) que viene y que además viene para quedarse y para hacer (co)creadora compañía a la disrupción y los cambios exponenciales que van a impactar (como un buen sopapo) en la vida de millones de prosumers hiperconectados.