El anuncio de Vodafone que tiene junto a estas líneas es un elocuente ejemplo de los enormes riesgos de intoxicación y manipulación social asociados al storytelling, ya brillantemente denunciados por el escritor Christian Salmón en un ensayo imprescindible sobre la nueva “máquina de fabricar historias y formatear las mentes”. El problema del storytelling no es solo que asocia marcas a valores de amplia aceptación social (aunque no tengan nada que ver con ellos). El problema del storytelling es que tiende a la ficción, y a encajar noticias dentro un relato de pre-establecido completamente indiferente a la verdad y a los acontecimientos. El problema del storytelling es que frecuentemente miente, y que respalda y refuerza ideas globales falaces y manipuladoras. El problema del storytelling es que muchas veces es storylying.
En el deleznable storytelling del anuncio de Vodafone con el eslogan «otro día en la oficina», la mentira es la conciliación. En este caso, una mentira muy burda y grotesca (el relato conoce habitualmente fórmulas bastante más refinadas), porque a nadie en su sano juicio puede ocurrírsele que es posible ocuparse de un bebé de la forma que muestra este anuncio. Y menos, que esto sea el ideal de un nuevo estilo de vida favorecido por la tecnología. Pero más allá del (des)acierto de la creatividad, lo que realmente resulta abominable es que esta sórdida comunicación de marca de Vodafone ampara, promueve y populariza una ideología esclavista, que proclama la felicidad de trabajar a cualquier hora y en cualquier contexto, justificando la plena invasión del trabajo en la vida privada.
La nueva felicidad digital que pregona Vodafone es la de tener en brazos a tu bebé mientras trabajas. El futuro apasionante que proclama con este anuncio es el de la plena disponibilidad, 24/7, la invasión digital del trabajo en la vida privada. En el mundo feliz inventado por este anuncio pueden llamarte a cualquier hora del día para trabajar, y tú eres un profesional agradecido al dios digital por la posibilidad de poder conectarte a cualquier hora del día y de la noche, por la insospechada suerte de poder llevarte la oficina a casa, incluso cuando tienes a tú bebe en brazos. Para mayor manipulación, Vodafone coloca a un hombre en la foto, lo que hace su publicidad aún más zafia y despreciable, pues con ello trata de conferir a su ideología de plena disposición profesional la doctrina legitimadora de la igualdad de género. Como si para la inmensa mayoría de mujeres la conciliación laboral consistiera en dejar a un bebé recién nacido en brazos de un padre que trabaja al mismo tiempo que lo cuida. Como si la mayoritaria elección de las madres recién paridas fuese irse a la oficina corriendo a trabajar. No hay otra lectura posible: en el futuro apasionante de Vodafone, la madre se va a trabajar y el padre se queda con el bebé y la oficina en casa. Y todos felices y agradecidos a la tecnología.
En otro original de la misma serie, dos niñas de edad pre-escolar aparecen en la cama, se supone que bastante tarde y no se sabe bien si a escondidas o con el consentimiento paterno, consultando una tablet. El eslogan en este caso es «científicas en prácticas», todo un argumento legitimador del más que discutible beneficio del uso de la tecnología a estas edades. Dudo que ningún psicopedagogo pueda dar la bendición al empleo de una tablet por dos niñas solas, de noche y sin supervisión paterna. Y ni pensar en lo que pueda decir un oftalmólogo sobre esta imagen. Como en el caso anterior, lo que hay detrás de esta descabellada creatividad es un verdadero adoctrinamiento sobre el progreso digital: ni los independentistas catalanes lo superan. También, como en el caso anterior, hay un guiño a lo políticamente correcto, en este caso, a la diversidad racial, que funciona como tapadera legitimadora, del mismo modo que la igualdad de género, para la invasión del espacio privado por parte de la tecnología: incluso del tiempo de ocio/descanso de dos niñas pequeñas.
Los supuestos consumidores “empoderados” por el storytelling para “cocrear” con las marcas no deberíamos permanecer impasibles ante este obsceno adoctrinamiento publicitario, que, insisto, no siempre es tan rudo y mentecato. De hecho, habitualmente es mucho más sibilino y sutil. Incluso brillante. Y ese es el más peligroso. Como el vídeo que antecede a estas líneas, también de Vodafone, la pieza fundamental de esta campaña, y basado en una conferencia del cofundador de Apple y con el mismo reclamo sobre «el futuro apasionante”. Un brillante ejercicio de storytelling, con Absolute Begginers de fondo, que apela a nuestras emociones más profundas para intentar que «adoremos» la tecnología.
El storytelling al servicio de la comunicación corporativa. Y la comunicación corporativa al servicio de un storytelling global, que es definitivamente storylying. Manipulación emocional al viejo estilo de la propaganda científica.
Con su relato, Vodafone aspira a convertir la digitalización en la nueva religión global: una fe exigente y totalizadora que nos conmina a resetear, a desaprender todo lo aprendido, a renunciar a las ideas racionalmente procesadas, a todo aquello que conquistamos desde la Revolución Francesa, incluso la forma de educar a nuestros hijos basada en la lectura,incluso los derechos laborales, convertidos en obsolescente y casposo equipaje para la nueva era del nomadismo, la disponibilidad absoluta y el hipertexto como modo de aprendizaje.El storytelling al servicio de la comunicación corporativa. Y la comunicación corporativa al servicio de un storytelling global, que es definitivamente storylying. Manipulación emocional al viejo estilo de la propaganda científica.
Si el “futuro apasionante” es el que proclama Vodafone, yo no quiero formar parte de ese futuro. Y si el futuro de la Comunicación Corporativa es el storylying, yo tampoco quiero formar parte de ese futuro. No, ni estoy ready ni quiero estarlo. Prefiero ser un comunicador anclado en las ideas racionales de la Ilustración: la tolerancia y el pluralismo ideológico; la publicidad como principio regulador de la vida pública y el periodismo vigilante de los poderes públicos… Las Relaciones Públicas proceden de todo eso, no del mentiroso mundo emocional del relato.